7 dic 2011

ROBIN HOOD GARDENS. AGUANTANDO PALOS Y PIEDRAS

Robin Hood Gardens. Re-visions
Twentieth Century Building Studies nº 1
Alan Powers (ed.)
The Twentieth Century Society, 2010

En mayo de 2008, Margaret Hodge, por entonces ministra de cultura, hacía pública las intenciones del gobierno británico de demoler el complejo residencial londinense Robin Hood Gardens. El libro que comentaremos a continuación, Robin Hood Gardens. Re-visions, es producto de la campaña que la Twentieth Century Society (C20) está llevando a cabo para impedir su destrucción.

Robin Hood Gardens (1966-1972) es, junto con The Economist, probablemente la obra construida más conocida de Alison y Peter Smithson. Se trata de un conjunto de 214 viviendas distribuidas en 2 bloques del East London, muy cerca del río Thames, en su orilla norte. Se trata del lugar junto al que transitaba la ruta norte-sur conocida como Robin Hood Lane, de la que el proyecto toma su nombre.

El diseño estuvo condicionado fundamentalmente por 3 factores: la necesidad de ubicar una densidad de población en torno a las 140 personas por acre; un espacio público de dimensiones suficientes para cubrir las carencias de la zona, y una protección eficiente contra el ruido producido por las vías de intenso tráfico que bordeaban (y lo siguen haciendo) el emplazamiento. La solución propuesta fue la creación de 2 bloques de viviendas, dispuestos longitudinalmente en sentido norte-sur y orientados a este y oeste. Los bloques se colocaron siguiendo la alineación quebrada del perímetro del solar, liberando todo el espacio central.

Las viviendas se ordenaron en duplex, accesibles desde las calles en el aire (Street Decks) que ya habían caracterizado otras propuestas residenciales de los Smithsons, especialmente su conocido proyecto de Golden Lane (1953). Los corredores permitían aportar espacios exteriores a las viviendas, a la vez que podían soportar la circulación horizontal del edificio, generando lugares de relación entre los habitantes del complejo. Permitían además un control visual directo sobre el gran espacio verde central y funcionaban como colchón acústico para las viviendas. O esta, al menos, era la intención del proyecto.

La materialidad de Robin Hood Gardens fue uno de sus rasgos más característicos. La expresividad del hormigón de la estructura y los elementos prefabricados de la fachada definieron la imagen brutalista que identificó la obra de los Smithsons. Precisamente la corriente del New Brutalism británico había sido difundida una década antes por Reyner Banham haciendo uso de otros proyectos de A+P Smithson, especialmente la Escuela de Secundaria de Hunstanton (1949-1954).

Pese al interés por la domesticidad – el arte de habitar– que los arquitectos demostraron durante toda su carrera, Robin Hood Gardens tuvo problemas de ocupación desde sus primeros años de existencia. El propio Peter Eisenman anotó, ya en 1972, cierto desequilibrio entre el espacio público, los elementos de relación y las viviendas. El título del artículo que dedicó a la obra en la revista Architectural Design mostraba este parecer de una manera explícita: From Golden Lane to Robin Hood Gardens. Or If You Follow the Yellow Brick Road, It May Not Lead to Golders Green.

El mantenimiento de los edificios, desde su construcción, ha sido deficiente.  Las instalaciones obsoletas, la sobreocupación de las viviendas, o el abandono del jardín central son algunos de los síntomas del deterioro del conjunto, habitado mayoritariamente por la colonia británica bengalí. Sin embargo, ninguna de estas circunstancias es motivo suficiente para justificar, en pleno siglo XXI, el derribo de más de 200 viviendas. Hay numerosas razones históricas y ambientales para argumentar la permanencia y rehabilitación de Robin Hood Gardens, pero los intereses económicos e inmobiliarios de la zona anulan al sentido común.

Robin Hood Gardens. Re-visions argumenta tanto las razones históricas como los motivos arquitectónicos que han convertido al proyecto en una pieza clave de la historia de la arquitectura contemporánea. Se recogen además los testimonios de grandes arquitectos que se suman a la campaña de la revista Building Design para catalogar el conjunto y evitar su desaparición. Ojalá lo consiga.

David Hernández Falagán