1 dic 2014

Desmaterialidad o el cansancio de la forma

Del diagrama a las experiencias, hacia una arquitectura de la acción
Josep Maria Montaner
Gustavo Gili, 2014

Siguiendo con su vocación taxonomista y cartográfica (que evoca al precursor catalán Ignasi Solá-Morales) y un estilo seco, casi sajón de pensamiento-escritura, Montaner se propone repensar la teoría y crítica de la arquitectura visto dos procesos recientes: el avance de los sistemas de representación y la evolución de los tipos. | Continuing his taxonomist and cartographic vocation (which evokes the Catalan precursor Ignasi Sola Morales) and a dry, almost Saxon style on thinking and writing, Montaner propose rethinking architectural theory and criticism once two recent processes have been detected: the advance of representation systems and the evolution of typologies.





Se plantea así el plan de esta investigación-libro que dice, que de manera vectorial y secuencial se enuncia ya desde el título: desde el diagrama hacia las experiencias que conducirían a la acción; todo ello diría yo en el contexto de un interés mayor en el concepto que en la praxis, en la percepción/uso que en la forma y en el conocimiento o saber que en la disciplina.

El libro tiene, en aquella conjunción de taxonomía descriptiva y precisión, una estructura estricta: tres partes dedicadas sucesivamente a los diagramas, las experiencias y las acciones y cada parte dividida en tres secciones: conceptos, herramientas y casos de estudio. Más una síntesis anticipatoria en la introducción y un resumen propositivo en las conclusiones.

Los diagramas remitirían en su análisis al esquema de Pierce: éste distinguía dispositivos enunciativos agrupados en íconos, índices y símbolos.  Los íconos tienen a su vez, tres clases: imágenes, metáforas y diagramas. Allí aparece entonces el diagrama como un signo-grafo, que sirve según Pierce (y Montaner) para hacer inteligibles las relaciones de una cosa. Fuera de ciertas aplicaciones del diagrama en aportaciones teóricas de la Arquitectura (por ejemplo se mencionan los usos diagramáticos en Lynch, Habraken y Friedman) destacan los aportes de Foucault en el panóptico (que su expositor habría definido como diagrama de poder, aunque también lo entendía como dispositivo es decir, paquete heterogéneo de enunciaciones y prácticas de control) y Deleuze (en su libro sobre la Pintura, que JMM dice considerar su principal base de referencia teórica, aunque la propuesta de Deleuze sería un poco más compleja, más bien como interfase entre concepto y objeto y que por tanto en la epistemología deleuziana terminaría fundiendo las nociones de afecto y percepto). También Montaner refiere al Mil Mesetas –y en ello habría que advertir su interés en Guattari- cuando se complejiza la idea de diagrama en nociones tales como rizoma y agenciamiento, que son derivaciones imprevistas que complejizan u obturan el valor presentativo del diagrama o por así decirlo, su pregnancia cognitiva a favor de una noción de diagrama que funciona más para pensar que para re-presentar, más como instrumento heurístico que descriptivo.

Las herramientas diagramáticas que se comentan son diversas y van de Price y los Smithson hasta los métodos Function Mixed y Region Maker del grupo MVRVD y también se comenta la aproximación diagramática de los lenguajes musicales en donde sería importante reconocer la propuesta de Tschumi para la Opera de Tokio y la de Holl para el pabellón azul de Amsterdam. En la sección de estudios de caso se compilan breves recorridos analíticos de propuestas de Venturi, Eisenman, Koolhaas, Sejima y del grupo catalán RCR.

Las experiencias serían los cuestionamientos y replanteos que la fenomenología le puede hacer (e históricamente le hizo) a la cierta rigidez conceptual de los diagramas: ello en términos secuenciales podría parangonarse con la confrontación entre estructuralismo y fenomenologismo y si se quiere, la derrota del estructuralismo al menos en su devenir llamado posestructuralista. La aventura rizomática sería uno de los tránsitos de esa interferencia de la experiencia (que es también la intensificación de la subjetividad y en especial, de la subjetividad del tándem percepto-afecto para decirlo con Deleuze, uno de los líderes posestructuralistas) y habría estado experimentada (o experienciada si vale el neologismo) en el fragor de los 60 por las derivas psicogeográficas situacionistas.

De allí que en las herramientas de este segundo campo Montaner destaque los diversos procedimientos del mapear, por ejemplo en el método RSVP de Halprin a los overlay folders de McHarg o el mapping de Corner. Y los casos que se presentan, también en análisis sucintos, son los de Scarpa, Zumthor, Diller+Scofidio, el granadino Santos y los latinoamericanos cordobeses Barrado&Bertolino y el mexicano Rocha.

En cuanto el tercer ítem de la acción el punto de partida sería el discurso de Hanna Arendt –que en realidad supone más bien una ética de la acción– lo que da pie a conductas que derivan del activismo al accionismo  y en definitiva hacia una activación de la praxis que puede oscilar desde las performances urbano-artísticos de Matta Clark hasta la micropolítica ecosófica de Guattari. Los casos presentados en esta sección son obras-acciones (podría haber habido acciones sin obras) de Scharoun, Bo Bardi,  Jorge Jáuregui, Lacaton&Vassal, Mazzanti, Aravena, Cirugeda e Ishigami. Aquí se otorga peso al desarrollo de las ONG de Arquitectura, a las experiencias de género y al elogio de las prácticas colectivas participativas.

El trabajo no sólo trata de ser historiográfico -en el sentido de explicar desplazamientos vinculados con la crisis de la modernidad- sino también crítico por ejemplo en relación a una fuerte objeción a la idea de autonomía de la arquitectura, por la cual la tendenza milanesa devino en cierto metalenguaje formalista de pretensión científica aparentemente confundiendo la noción ya que el concepto de autonomía lo plantearon los grupos de la izquierda más crítica en tanto definición de la pretensión de una radical escisión del capitalismo tardío. Diría aquí que no hay nadie más lejano de Aldo Rossi que Toni Negri.

El libro ayuda a posicionar, al menos en la escena catalana sino europea –en la selección de los casos, no así de exponentes teóricos- a bastantes referencias latinoamericanas lo que tiene que ver con la intensa actividad académica del autor en la región. El esfuerzo de este nuevo mapa, dominado más por lo analítico que por lo empírico, confluye con su valoración de la arquitectura como campo de conocimiento y quizá aluda a una comprobación sobre la extenuación de los exhibicionismos formales neo y posmodernos, a su inconsistencia ambiental y a sus conductismos óptico-funcionales. Volver a pensar (hacer diagramas), revalorar la experiencia como subjetividad (replantear fenomenológicamente el proyecto y el disfrute/uso de la cosa) y potenciar los activismos (intervenir en la construcción social de la urbanidad más allá del mero dar forma) puede resultar a la vez, un balance crítico de hasta dónde y a qué llegamos, pero también cierta descripción de futuros posibles.

Roberto Fernández
[Reseña publicada originalmente en MODOS 4, Buenos Aires, 2014. Cortesía del autor]